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domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Qué se siente escribir una novela?

Tras meses de esfuerzo, he finalizado la re-escritura de mi Cazador. El bloqueo de escritor me hizo perder un mes, lo que en comparación con otros escritores no es gran cosa. Yo siempre lo recordaré como un mes terrible.


Escribir una novela te deja triste


Cazador todavía está lejos de publicarse. En este momento está en manos de Melissa, quien lo revisará y editará como mejor le parezca. Después me lo va a regresar para que yo lo revise por última vez, y entonces enviarlo a la editorial.

Si a la editorial le gusta, iniciaran una serie de procesos logísticos que podrían tardar un año, y sólo entonces se publicaría.

Si la editorial lo rechaza, tengo dos opciones. Primera opción, buscar otra editorial interesada, lo que puede tardar poco, mucho o nunca suceder. Segunda opción, publicarlo por mi cuenta, probablemente en Amazon, lo que podría llevarme de un mes a un año.

Pensar en todo es, para mí, agobiante. Por ahora prefiero regodearme en el hecho que escribí una novela. Obviando el hecho de que le faltaron 400 palabras para llegar a las 50.000. Y que no es una novela tradicional, sino al estilo Elige Tu Propia Aventura, lo que en el mundo de los académicos reduce su calidad literaria. A no ser que seas Cortázar, en cuyo caso eres un genio.

Lejos estoy de ser Cortázar. Reescribir ha sido una tarea hercúlea para mí. No soy tan florido en las palabras, ni tengo una gramática intachable. Aunque por lo que he leído, ni las mejores plumas tienes esos atributos. Son sus editores los que hacen milagros de purificación, y a veces de exorcismo, con la mala ortografía.

El punto es que ahora me encuentro entre el limbo de haber escrito una novela y la posibilidad de publicar una. En los días previos me sentía excitado, emocionado, exultante. Tras poner el punto final, todo lo que sentí fue desolación.


Si no tuviera otras cosas que hacer, la espera sería insufrible. Si algo me saca de quicio es la inactividad. Aún así, vivo entre la alegría y la tristeza, porque escribí un libro. Ya no estoy en el viaje. Supongo que así se sienten los escaladores cuando llegan a la cima, y luego tienen que bajarla. Siempre pensé que hubiera sido más elegante bajar en helicóptero. A lo mejor un deportista lo considere indigno.

También comparé mis emociones a las de una madre que tiene un bebe. Mucho pujar y luego una sensación de vacío. Con este ejemplo Melissa se rió mucho. No se si por su precisión o falta de ella. O como una enferma le dijo una vez a una mujer en labor de parto: es como cagar un ladrillo.

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