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viernes, 8 de mayo de 2015

Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad Capítulo 39

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Harry Potter y los Métodos de la Racionalidad


Capítulo 39

Pretendiendo Ser Sabio, Parte 1

albus dumbledore

...

Fiu. Ras. Zzzzz. Din. Glub. Plop. Plas. Tilín. Toc. Puf. Dilín. Burp. Bip. Pum. Crac. Uf. Ssshhh. Pfff. Crash.

...

El Profesor Flitwick le había pasado silenciosamente a Harry un pergamino doblado durante la clase de Encantamiento ese Lunes, y la nota decía que Harry debía visitar al Director para su conveniencia y en tal forma que nadie más se diera cuenta, especialmente no Draco Malfoy o el Profesor Quirrell. Su clave de un-uso para la gárgola sería "quebrantahuesos aprensivos". Esto había sido acompañado por un dibujo en tinta extremadamente artístico del Profesor Flitwick mirándolo severamente, los ojos del cual parpadeaban ocasionalmente; y al fondo de la nota, subrayado tres veces, estaba la frase NO TE METAS EN PROBLEMAS.

Y así Harry había finalizado la clase de Transformación, y estudiado con Hermione, y comido la cena, y hablado con sus tenientes, y finalmente, cuando el reloj dio las nueve, se volvió invisible y regresó a las 6PM y cansina y penosamente se fue hacia la gárgola, las escaleras giratorias en espiral, la puerta de madera, el cuarto lleno de pequeños y quisquillosas cosas, y la figura de barba plateada del Director.

Esta vez, Dumbledore se veía bastante serio, la sonrisa acostumbrada ausente; y estaba vistiendo pijamas de un oscuro y más sobrio purpura que el usual.

"Gracias por venir, Harry," saludó el Director. El anciano mago se levantó de su trono, empezando a caminar lentamente a través del cuarto y los extraños objetos. "Primero, ¿tienes contigo las notas del encuentro de ayer con Lucius Malfoy?"

"¿Notas?" espetó Harry.

"De seguro lo has escrito..." titubeó el anciano mago, y su voz se fue apagando.

Harry se sintió muy avergonzado. Sí, si tú te tropezabas con una conversación misteriosa llena de pistas significantes que tú no entendías, la maldita cosa más obvia para hacer era escribir todo inmediatamente después, antes de que la memoria se desvaneciera, para que así pudieras intentar descubrirlo después.

"Está bien," reparó el Director, "de memoria entonces."

Harry tímidamente recitó tan bien como pudo, y llegó casi a la mitad hasta que comprendió que no era inteligente nada más ir y contarle todo al posiblemente-loco Director, al menos no sin haberlo pensado primero, pero claro Lucius era definitivamente un tipo malo y el oponente de Dumbledore así que probablemente era una buena idea informarle, y Harry ya había iniciado a explicar y era demasiado tarde para calcular las cosas ahora...

Harry finalizó su relato honestamente.

La expresión de Dumbledore se había vuelto más remota a medida que Harry seguía, y al final había una mirada de antigüedad sobre él, una severidad en el aire.

"Bueno," concluyó Dumbledore. "Le sugiero que tome las mejores de las precauciones para que el heredero de Malfoy no sufra daño, entonces. Y yo haré lo mismo." El Director estaba petrificado, sus dedos tamborileando sin producir sonido a través de la superficie de tinta negra de un plato inscrito con la palabra Leliel. "Y creo que sería extremadamente sabio para ti evadir toda interacción con Lord Malfoy de ahora en adelante."

"¿Usted interceptó los búhos que eran para mí?" preguntó Harry.

El Director contempló a Harry por un largo momento, entonces asintió reluctante.

Por alguna razón Harry no se estaba sintiendo tan ofendido como debería haber estado. Tal vez no era otra cosa que Harry encontraba muy fácil simpatizar con el punto de vista del Director ahora mismo. Incluso Harry podía comprender por qué Dumbledore no querría que él tuviera interacción con Lucius Malfoy; no parecía un acto malvado.

A diferencia del chantaje del Director sobre Zabini... para el cual ellos sólo tenían la palabra de Zabini, y Zabini era salvajemente no-confiable, de hecho era difícil ver otra cosa que Zabini no contando la mejor historia para obtener la mayor cantidad de simpatía de parte del Profesor Quirrell...

"Que tal si, en lugar de protestar, yo admito que entiendo su punto de vista," continuó Harry, "¿y usted sigue interceptando mis búhos, mas usted me informa de quién?"

"He interceptado una gran cantidad de búhos para ti, me temo," Dumbledore respondió sobriamente. "Tú eres una celebridad, Harry, y recibes una docena de cartas al día, algunas de afuera y muy lejos de este país, yo no las regresé."

"Eso," Harry replicó, empezando a sentir un poco de indignación, "es ir demasiado lejos -"

"Muchas de esas cartas," el anciano mago interrumpió con calma, "te pedirán cosas que tú no puedes dar. No las he leído, por supuesto, nada más las regreso a sus remitentes sin haber sido entregadas. Sin embargo sé lo que contienen, por que yo mismo he recibido cartas similares. Y eres demasiado joven, Harry, para tener tu corazón roto seis veces antes del desayuno cada mañana."

Harry bajo la vista a sus zapatos. Debería insistir sobre leer las cartas y juzgar por sí mismo, pero... había una pequeña voz de sentido común dentro de él, y estaba gritando muy fuerte ahora mismo.

"Gracias," Harry farfulló.

"La otra razón por la que te pedí venir aquí," siguió el anciano mago, "es que deseaba consultar tu genio único."

"¿Transformación?" inquirió Harry, sorprendido y halagado.

"No, no ese genio único," corrigió Dumbledore. "Dime, Harry, ¿qué maldad podrías lograr si se le permitiera a un Dementor penetrar dentro de los terrenos de Hogwarts?"

...

Sucedió que el Profesor Quirrell había solicitado, o más bien demandado, que sus estudiantes probaran sus habilidades contra un Dementor de verdad después de haber aprendido las palabras y gestos para el Encantamiento Patronus.

"El Profesor Quirrell es incapaz de lanzar el Encantamiento Patronus por sí mismo," continuó Dumbledore, al tiempo que caminaba lentamente a través de los dispositivos. "Lo que nunca es una buena señal. Sin embargo, él voluntariamente me reveló aquello para exigir que instructores externos fueran traídos para enseñar el Encantamiento Patronus a todo estudiante que deseara aprenderlo; se ofreció a pagar el gasto por sí mismo, si yo no lo hacía. Esto me impresionó enormemente. Pero insiste en traer a un Dementor -"

"Director," Harry dijo con calma, "El Profesor Quirrell cree firmemente en pruebas de fuego-en-vivo bajo condiciones de combate realistas. Querer ingresar un Dementor de verdad está completamente en carácter para él."

Ahora el Director le estaba otorgando a Harry una mirada extraña.

"¿En carácter?" preguntó el anciano mago.

"Me refiero a que," respondió Harry, "es enteramente consistente con la forma que el Profesor Quirrell actúa usualmente..." Harry perdió el hilo. ¿Por qué lo había puesto de ese modo?

El Director asintió. "Así que tienes la misma sensación que yo tengo; que es una excusa. Una excusa muy razonable, para estar seguro; más de lo que podrías darte cuenta. A menudo, magos aparentemente incapaces de lanzar un Encantamiento Patronus tendrán éxito en la presencia de un Dementor verdadero, yendo de ni siquiera un único amago de luz hasta un Patronus totalmente corpóreo. Por qué esto ocurre, nadie lo sabe; sin embargo es así."

Harry se quedó paralizado. “Entonce realmente no veo por qué tiene usted sospechas -"

El Director extendió sus manos como gesto de impotencia. "Harry, el Profesor de Defensa me ha pedido que deje pasar a la más oscura de todas las criaturas a través de las puertas de Hogwarts. Yo debo tener sospechas." El Director suspiró. "Y aún así el Dementor estará vigilado, con protecciones mágicas, en una jaula muy poderosa, yo mismo estaré allí para observarlo todo el tiempo – No puedo pensar en ninguna maldad que pudiera ser hecha. Mas quizá meramente soy incapaz de verlo. Y por eso te lo estoy solicitando."

Harry contempló al Director con la boca abierta. Estaba tan conmocionado que ni siquiera se podía sentir halagado.

"¿Yo?" inquirió Harry.

"Sí," contestó Dumbledore, sonriendo ligeramente. "Hago mi mayor esfuerzo para anticipar a mis enemigos, para igualar sus retorcidas mentes y predecir sus pensamientos malvados. Pero yo nunca hubiera imaginado afilar los huesos de los Hufflepuff para usarlos como armas."

¿Iba Harry alguna vez a dejar eso atrás?

"Director," Harry alegó con precaución, "sé que no se oye muy bien, mas en toda seriedad: no soy malo, nada más soy muy creativo -"

"No afirmé que fueras malo," Dumbledore corrigió seriamente. "Hay aquellos que aseveran que comprender el mal es volverse malo; sin embargo todo lo que hacen es pretender que son sabios. Más bien maldad es lo que no conoce el amor, y no se atreve a imaginar el amor, y nunca puede entender el amor sin cesar de ser malo. Y sospecho que tú puedes imaginar tu camino dentro de las mentes de los Magos Oscuros mejor de lo que yo nunca podría, al tiempo que siguen conociendo el amor por ti mismo. Por lo que, Harry." Los ojos del Director eran intensos. "Si estuvieras en los zapatos del Profesor Quirrell, ¿que perjuicios podrías lograr tras haberme engañado al permitir que un Dementor penetrará en los terrenos de Hogwarts?"

"Un momento," pidió Harry, y con una especie de carrerilla se lanzó sobre la silla en frente del escritorio del Director, y se sentó. Era una larga y confortable silla en esta ocasión, no un taburete de madera, y Harry pudo sentirse envuelto en cuanto se hundió en ella.

Dumbledore le estaba pidiendo ser más listo que el Profesor Quirrell.

Punto uno: Harry le tenía mucho más cariño al Profesor Quirrell que a Dumbledore.

Punto dos: La hipótesis era que el Profesor de Defensa estaba planeando hacer algo malo, y en ese caso subjuntivo, Harry estaba obligado a ayudar al Director a prevenirlo.

Punto tres...

"Director," Harry dijo, "si el Profesor Quirrell está tramando algo, no estoy seguro de que yo pueda superar su ingenio. Él tiene mucha más experiencia que yo."

El anciano mago sacudió su cabeza, de algún modo logrando parecer muy solemne a pesar de su sonrisa. "Te subestimas a ti mismo."

Esa fue la primera vez que alguien le había dicho eso a Harry.

"Recuerdo," el anciano mago prosiguió, "a un jovencito en esta misma oficina, frío y controlado cuando se enfrentó al Jefe de Casa de Slytherin, chantajeando a su propio Director para proteger a sus compañeros de clase. Y creo que ese jovencito es más astuto que el Profesor Quirrell, más astuto que Lucius Malfoy, que crecerá para ser el igual del propio Voldemort. Es a él a quien deseo consultar."

Harry suprimió el escalofrío que lo recorrió ante ese nombre, mirando pensativa y fijamente al Director.

¿Cuánto sabe él...?

El Director había visto a Harry agarrándose a su misterioso lado oscuro, más profundamente de lo que se había sumergido antes. Harry todavía recordaba lo que había sido observar, invisible y con Giratiempo, a su yo pasado enfrentando a los Slytherins mayores; el chico con la cicatriz en la frente que no actuaba como los otros. Por supuesto el Director hubiera notado algo raro sobre el chico en su oficina...

Y Dumbledore había concluido que su héroe mascota tenía astucia para compararse a su enemigo destinado, el Señor Oscuro.

Lo que no era demandar mucho, considerando que el Señor Oscuro había puesto una Marca Oscura claramente visible sobre todos los brazos izquierdos de sus sirvientes, y que había asesinado a un monasterio entero que enseñaba el arte marcial que él había querido aprender.

Suficiente astucia para enfrentar al Profesor Quirrell sería un tipo de problema completamente diferente.

Pero también era claro que el Director no estaría satisfecho hasta que Harry se pusiera totalmente frío y oscuro, e inventara alguna clase de respuesta que sonara impresionante e inteligente... que mejor no fuera a estorbar el método de enseñanza de Defensa del Profesor Quirrell...

Y por supuesto Harry acudiría a su lado oscuro y pensarlo desde esa dirección, nada más para ser honesto, y nada más por si acaso.

"Dígame," Harry dijo, "todo sobre cómo va a ser traído el Dementor, y cómo va a estar protegido."

Las cejas de Dumbledore se arquearon por un momento, y entonces el anciano mago empezó a hablar.

El Dementor sería transportado a los terrenos de Hogwarts por un trío de Aurores, los tres conocidos personalmente por el Director, y los tres capaces de lanzar un Encantamiento Patronus corpóreo. Serían recibidos al borde de los terrenos por Dumbledore, quien haría entrar al Dementor a través de las protecciones de Hogwarts -

Harry preguntó si el pase era permanente o temporal – en caso de que alguien pudiera traer el mismo Dementor de nuevo al día siguiente.

El pase era temporal (replicó el Director asintiendo con la cabeza de manera aprobadora), y la explicación siguió: El Dementor estaría dentro de una celda con barras de titanio sólido, no Transformadas sino verdaderamente-forjadas; tras un tiempo en presencia de un Dementor el metal sería corroído hasta ser polvo, pero no en un mismo día.

Los estudiantes esperando su turno aguardarían muy alejados del Dementor, detrás de dos Patronus corpóreos mantenidos por dos de los tres Aurores en todo momento. Dumbledore esperaría al lado del Dementor con su Patronus. Sólo un estudiante se aproximaría al Dementor; y Dumbledore disiparía su Patronus; y el estudiante intentaría lanzar su propio Encantamiento Patronus; y si fallaban, Dumbledore restauraría su Patronus antes de que el estudiante pudiera sufrir cualquier daño permanente. El anteriormente campeón de duelo Profesor Flitwick también estaría presente mientras hubiera estudiantes cerca, únicamente para añadir un margen de seguridad.

"¿Por qué sólo usted esperando al lado del Dementor?" inquirió Harry. "O sea, no deberían ser usted además de un Auror -"

El Director negó con su cabeza. "Ellos no podrían tolerar la repetida exposición al Dementor, cada vez que disipe mi Patronus."

Y si el Patronus de Dumbledore fallaba por alguna razón, mientras uno de los estudiantes estuviera cerca del Dementor, el tercer Auror lanzaría otro Patronus corpóreo y lo enviaría a escudar al estudiante...

Harry pinchó y cortó, mas no pudo ver ninguna debilidad en la seguridad.

Por lo que Harry respiró profundamente, se sumergió dentro de la silla, cerró sus ojos, y recordó:

"Y eso serán... ¿cinco puntos? No, que sean diez puntos de Ravenclaw por replicar."

El frío descendió con mayor lentitud, más reluctante, Harry no había estado llamando mucho su lado oscuro últimamente...

Harry tuvo que recorrer la sesión entera de Pociones en su mente, antes de que su sangre se congelara en algo cercano a la claridad cristalina y letal.

Y entonces pensó en el Dementor.

Y fue obvio.

"El Dementor es una distracción," Harry dijo. La frialdad clara en su voz, ya que eso era lo que Dumbledore quería y esperaba. "Una gran, sobresaliente amenaza, pero al fin y al cabo directa, y de la cual era fácil defenderse. Así que mientras toda tu atención estaba enfocada en el Dementor, el plan real estaría pasando en otro lugar."

Dumbledore contempló a Harry por un momento, y entonces concedió un lento asentir con la cabeza. "Sí..." dudó el Director. "Y creo saber de qué podría ser una distracción, si el Profesor Quirrell pretende algún mal... gracias, Harry."

El Director seguía mirando a Harry, con una extraña expresión en aquellos ojos antiguos.

"¿Qué?" preguntó Harry con una pizca de molestia, el frío aún presente en su sangre.

"Tengo otra inquietud jovencito," contestó el Director. "Es algo que yo mismo he meditado por mucho tiempo, mas he sido incapaz de comprender. ¿Por qué?" Había un trazo de dolor en su voz. "¿Por qué alguien deliberadamente se convertiría en un monstruo? ¿Por qué hacer mal sólo por maldad? ¿Por qué Voldemort?"

...

Crash, zzzzz, ras; din, puf, plas...

Harry miró al Director sorprendido.

"¿Cómo voy a saberlo yo?" cuestionó Harry. "¿Se supone que mágicamente entenderé al Señor Oscuro porque soy un héroe, o algo así?"

"¡Sí!" exclamó Dumbledore. "Mi propio gran enemigo fue Grindelwald, y a él lo entendía muy bien en efecto. Grindelwald era mi espejo oscuro, el hombre que fácilmente pude haber sido, de haber cedido a la tentación de creer que yo era una buena persona, y que por lo tanto siempre estaba en lo correcto. Por el bien mayor, ese era su gran eslogan; y en verdad él creía en sí mismo, incluso cuando partió a Europa como un animal herido. Y a él, lo derroté al final. Sin embargo tras él llegó Voldemort, para destruir todo lo que yo había protegido en Bretaña." La herida era patente en la voz de Dumbledore, expuesta sobre su cara. "Él cometió actos mucho peores que lo peor de Grindelwald, horror por el mero horror. Yo sacrifiqué todo únicamente para contenerlo, ¡y todavía no sé por qué! ¿Por qué, Harry? ¿Por qué lo hizo? Él nunca fue mi enemigo destinado, sino tuyo, por lo que si tienes cualquier tipo de suposición, Harry, ¡por favor cuéntame! ¿Por qué?"

Harry bajó la vista a sus manos. La verdad era que Harry no había leído aún algo sobre el Señor Oscuro, y ahora mismo no tenía la más mínima pista. Y de algún modo esa no era parecía una respuesta que el Director quisiera escuchar. "Demasiados rituales Oscuros, ¿tal vez? Al principio pensó que podía hacer uno solo, pero sacrificó parte de su lado bueno, y eso lo hizo menos reluctante a realizar otros rituales Oscuros, así que hizo más rituales en un ciclo de retroalimentación positiva que finalizó con un monstruo tremendamente poderoso -"

"¡No!" Ahora la voz del Director era agónica. "¡No puedo creer eso, Harry! ¡Tiene que haber algo más que sólo eso!"

¿Por qué debería haberlo? pensó Harry, mas él no pronunció palabra, porque era claro que el Director creía que el universo era una historia y tenía un plan, y que a las grandes tragedias no se les permitía pasar excepto por igualmente grandes, significantes razones. "Lo siento, Director. El Señor Oscuro no parece un espejo oscuro para mí, para nada. No hay ni siquiera una cosa que encuentre lo más mínimo interesante sobre clavar las pieles de la familia Yermy Wibble en la pared de una sala de prensa."

"¿No tienes sabiduría para compartir?" preguntó Dumbledore. Había suplica en la voz del anciano mago, casi mendicidad.

El mal pasa, pensó Harry, no significa ni nos enseña algo, ¿excepto no ser malos? El Señor Oscuro probablemente no era más que un bastardo egoísta a quien no le importaba los que fueran lastimados, o un idiota que cometió errores estúpidamente evitables que luego crecieron como una bola de nieve. No hay destino detrás de los males del mundo; si a Hitler se le hubiera permitido entrar en la escuela de arquitectura como él quería, la historia completa de Europa hubiera sido diferente; si viviéramos en un mundo donde cosas horribles pasaran por buenas razones, sólo no sucederían en el primer lugar.

Y nada de eso, obviamente, era lo que el Director deseaba oír.

El anciano mago seguía viendo a Harry por encima de un complicado aparato que era como un chorro de humo congelado, una penosa desesperación en aquellos antiguos, expectantes ojos.

Bueno, sonar sabio no era difícil. Era mucho más fácil que ser inteligente, de hecho, ya que no tenías que pronunciar algo sorprendente o inventar alguna nueva perspectiva. Tan sólo permitías que el software de buscador-de-patrones de tu cerebro completara el cliché, usando cualquier Profunda Sabiduría que hubieras guardado previamente.

"Director," Harry habló solemnemente, "preferiría no definirme por mis enemigos."

De algún modo, aún en el medio de todo ese rompimiento y rasgueo, hubo algún tipo de silencio.

Eso había resultado un poco más Profundamente Sabio de lo que Harry había pretendido.

"Podrías ser muy sabio, Harry..." el Director murmuró lentamente. "Desearía... que yo hubiera podido ser definido por mis amigos." El dolor en su voz había crecido profusamente.

La mente de Harry buscó apresuradamente por algo más Profundamente Sabio que añadir que suavizara la fuerza no intencional del golpe anterior -

"O tal vez," Harry sugirió más blandamente, "es el enemigo el que hace al Gryffindor, como es el amigo el que hace al Hufflepuff, y la ambición lo que hace al Slytherin. Yo sé que es siempre, en cada generación, el rompecabezas lo que hace al científico."

"Es un destino aterrador al que condenad a mi Casa, Harry," comentó el Director. La pena seguía en su voz. "Porque ahora que lo señalas, yo sí creo que fui prácticamente hecho por mis enemigos."

Harry contempló sus propias manos, yaciendo sobre sus rodillas. Quizá él debía callarse mientras estuviera ganando.

"Sin embargo has respondido mi pregunta," concluyó Dumbledore con menos dureza, como pensando en voz alta. "Debí darme cuenta que esa sería la clave de un Slytherin. Por su ambición, todo por el bien de su ambición; y eso lo sé, aunque no el por qué..." Por un tiempo Dumbledore miró hacia la nada; luego se enderezó, y sus ojos parecieron enfocarse de nuevo sobre Harry.

"Y tú, Harry," prosiguió el Director, "¿te nombras a ti mismo un científico? " Su voz estaba atada con sorpresa y desaprobación.

"¿No le gusta la ciencia?" preguntó Harry un poco fatigado. Había esperado que Dumbledore tuviera apego a las cosas Muggle.

"Supongo que puede ser útil a aquellos sin varitas," contestó Dumbledore, haciendo una pausa. "Pero me parece una cosa extraña para definirse a uno mismo. ¿Es la ciencia tan importante como el amor? ¿Como la amabilidad? ¿Como la amistad? ¿Es la ciencia lo que hace que le tengas aprecio a Minerva McGonagall? ¿Es la ciencia lo que hace que te importe Hermione Granger? ¿Será la ciencia a la que acudas, cuando intentes encender con calidez el corazón de Draco Malfoy?"

Sabes, la cosa más triste es que, probablemente piensas que acabas de soltar alguna clase de argumento increíblemente sabio para noquear.

Ahora, cómo parafrasear el contra en tal manera que también sonara increíblemente sabio...

"Usted no es Ravenclaw," Harry dijo con calmada dignidad, "y por ello podría no haber pensado que para respetar la verdad, y buscarla todos los días de tu vida, también podría ser un acto de gracia."

Las cejas del Director se elevaron. Y luego suspiró. "¿Cómo te convertiste tan sabio, tan joven...?" El mago anciano se oía triste, en cuanto pronunciaba. "Tal vez probará ser valioso para ti."

Únicamente para impresionar magos antiguos que están sobre-impresionados consigo mismos, pensó Harry. De hecho estaba algo decepcionado de la credulidad de Dumbledore; no era que Harry hubiera mentido, sino que Dumbledore se mostraba demasiado impresionado con la habilidad de Harry de parafrasear las cosas para que sonaran profundas, en lugar de ponerlas en términos simples como Richard Feynman había hecho con su sabiduría...

"El amor es más importante que la sabiduría," propuso Harry, nada más para probar los limites de tolerancia de Dumbledore por los clichés obviamente cegadores completados por puro encaje de patrones sin ninguna clase de análisis detallado.

El Director asintió gravemente, y añadió, "En efecto."

Harry se levantó de la silla, y estiró sus brazos. Bueno, mejor en voy y amo algo, entonces, eso está destinado a ayudarme a derrotar al Señor Oscuro. Y la próxima vez que usted me pida consejo, mejor sólo le doy un abrazo -

"Este día me has ayudado mucho, Harry," continuó el Director. "Y además hay una última cosa que quisiera indagar contigo jovencito."

Grandioso.

"Cuéntame, Harry," inició el Director (y ahora su voz se escuchaba simplemente intrigada, aunque había un indicio de dolor en sus ojos), "¿por qué los Magos Oscuros le tienen un miedo tan grande a la muerte?"

"Eh," respondió Harry, "lo siento, tengo que respaldar a los Magos Oscuros en esta ocasión."

...

Uf, ssshhh, tilín; glub, plop, burp -

"¿Qué?" espetó Dumbledore.

"La muerte es mala," dijo Harry, descartando la sabiduría por el bien de una comunicación clara. "Muy mala. Extremadamente mala. Tener miedo a la muerte es igual a estar asustado a causa de un enorme y grande monstruo con garras venenosas. En realidad tiene mucho sentido, y en cambio no, de hecho, indica que tengas un problema psicológico."

El Director lo estaba contemplando como si se hubiera convertido en un gato.

"De acuerdo," prosiguió Harry, "déjeme ponerlo de este modo. ¿Usted quiere morir? Porque de ser así, hay una cosa Muggle llamada linea de prevención de suicidios -"

"Cuando sea el momento," el mago anciano aclaró con calma. "No antes. Nunca buscaría apresurar ese día, ni lo voy a rehusar cuando llegue."

Harry estaba frunciendo el ceño con severidad. "¡Eso no suena como que usted tenga una fuerte voluntad para vivir, Director!"

"Harry..." La voz del mago anciano empezaba a oírse algo impotente; y caminó hasta un lugar donde su barba blanca, sin notarlo, había penetrado dentro de la cristalina pecera de vidrio de un pez dorado, y estaba adquiriendo lentamente un tinte verdoso que se deslizaba hasta su cabello. "Creo que no me hecho entender. Los Magos Oscuros no se sientes ansiosos por vivir. Ellos temen la muerte. Ellos no se alzan para tocar la luz del sol, sino que huyen ante la llegada de la noche dentro de cavernas infinitamente oscuras hechas por ellos mismos, sin lunas ni estrellas. No es vida lo que desean, sino inmortalidad; ¡y están tan desesperados por obtenerla que sacrificarían sus propias almas! ¿Quieres vivir por siempre, Harry?"

"Sí, y usted también," respondió Harry. "Quiero vivir un día más. Mañana todavía querré seguir viviendo otra día más. Por lo tanto quiero vivir por siempre, probado por la inducción de enteros positivos. Si usted no quiere morir, significa que usted desea vivir por siempre. Si usted no quiere vivir por siempre, significa que quiere morir. Usted tiene que hacer uno o el otro... No me estoy haciendo comprender, ¿verdad?"

Las dos culturas se observaron entre sí a través de un enorme espacio de inconmensurabilidad.

"He vivido ciento diez años," el mago anciano inició con calma (extrayendo su barba de la pecera, y agitándola para sacudirse el color). "He visto y hecho muchas cosas grandiosas, demasiadas de las cuales nunca hubiera querido ver o hacer. Y aún así no me arrepiento de estar con vida, porque ver a mis estudiantes crecer es una alegría que no ha empezado a cansarme. ¡Pero no desearía vivir hasta cuando eso suceda! ¿Qué harías tú con la eternidad, Harry?"

Harry respiró profundamente. "Conocer a todas las personas interesantes en el mundo, leer todos los buenos libros y entonces escribir algo aún mejor, celebrar el cumpleaños número diez de mi primer nieto en la Luna, celebrar el cumpleaños número cien de mi primer tátara-tátara-tátara nieto en los Anillos de Saturno, aprender las más profundas y definitivas reglas de la Naturaleza, entender la naturaleza de la consciencia, descubrir si algo existe en primer lugar, visitar otras estrellas, descubrir extraterrestres, crear extraterrestres, reunirme con todos en una fiesta al otro lado de la Vía Láctea una vez que la hayamos explorado por completo, encontrarme con todos los demás que nacieron en la Vieja Tierra para ver el Sol desaparecer finalmente, y solía preocuparme por encontrar una forma de escapar este universo antes de que se le acabara la negatoentropía sin embargo me siento mucho más esperanzado ahora que he descubierto que las tan-llamadas reglas de la física no son más que guías opcionales."

"No entendí mucho de eso," dijo Dumbledore. "Pero debo preguntar si estas son cosas que en verdad deseas tan desesperadamente, o si nada más te las imaginas así para no imaginarte estar cansado, mientras corres y corres de la muerte."

"Vida no es una lista de cosas finitas que vas marcando antes de que se te permita morir," Harry habló firmemente. "Es vida, sólo vas y la vives. Si no estoy haciendo esas cosas es porque encontré algo mejor."

Dumbledore suspiró. Sus dedos tamborilearon sobre un reloj; mientras lo tocaban, los numerales cambiaron a una escritura indescifrable, y brevemente las manecillas aparecieron en posiciones diferentes. "En el improbable evento que se me permita quedarme hasta los ciento cincuenta," argumentó el mago anciano, "no creo que me importe. Sin embargo doscientos años sería por completo demasiado de algo bueno."

"Sí, bueno," Harry replicó, su voz algo seca al pensar en su Mamá y Papá y su recortado lapso si Harry no hacía algo al respecto, "Sospecho, Director, que si usted viniera de una cultura donde las personas estuvieran acostumbradas a vivir durante cuatrocientos años, que morir a los doscientos parecería igual de trágico y prematuro que morir a los, por ejemplo, ochenta." La voz de Harry se endureció, sobre la última palabra.

"Quizá," al mago anciano admitió pacíficamente. "No desearía morir antes que mis amigos, ni vivir después de que todos ellos se hayan ido. El tiempo más difícil es cuando aquellos a los que más amas se han ido antes que tú, y aún así otros siguen viviendo, por cuyo bien debes quedarte..." Los ojos de Dumbledore estaban fijos sobre Harry, y aumentando su tristeza. "No me lamentes exageradamente, Harry, cuando mi tiempo llegue; estaré con aquellos a quienes desde hace mucho extraño, en nuestra siguiente gran aventura."

"¡Oh!" Harry exclamó con repentina comprensión. "Usted cree en una vida después de la muerte. ¿Tenía la impresión de que los magos no tenían religión?"

...

Toc. Bip. Pum.

"¿Cómo puedes tú no creerlo?" interrogó el Director, mostrándose enteramente asombrado. "Harry, ¡eres un mago! ¡Has visto fantasmas!"

"Fantasmas," Harry murmuró, su voz monótona. "Te refieres a esas cosas como retratos, memorias guardadas y personalidades sin consciencia o vida, accidentalmente impresas en los materiales cercanos por la explosión mágica que acompaña la muerte violenta de un mago -"

"He escuchado esa teoría," lo interrumpió el Director, con voz más afilada, "repetida por magos que confunden el cinismo con la sabiduría, que creen que mirar a otros hacia abajo es elevarse ellos mismos. ¡Es una de las ideas más tontas que he escuchado en ciento diez años! Sí, los fantasmas no aprenden o crecen, ¡porque no es aquí donde pertenecen! Las almas tienen que seguir avanzando, ¡no hay vida para ellos aquí! Y si no por los fantasmas, ¿entonces qué hay del Velo? ¿Qué hay de la Piedra de la Resurrección?"

"De acuerdo," Harry clamó, procurando mantener su voz calmada, "Escucharé su evidencia, porque es lo que un científico hace. Mas antes, Director, permita que le cuente una pequeña historia." La voz de Harry estaba temblando. "Sabe, cuando llegué aquí, cuando me bajé del tren en King's Cross, no me refiero a ayer sino en Septiembre, cuando me bajé del tren entonces, Director, yo nunca había visto un fantasma. Yo no estaba esperando fantasmas. Así que cuando los vi, Director, hice algo realmente tonto. Salté a conclusiones. Yo, yo pensé que había una después de la muerte, creí que nadie jamás moría en verdad, creí que todos los que la especie humana había perdido desde siempre estaban bien después de todo, creí que los magos podían hablar con las personas que habían muerto, que nada más se necesitaba el hechizo correcto para invocarlos, que los magos podían hacer eso, pensé que podía conocer a mis padres que habían muerto por mí, y contarles que había escuchado sobre su sacrificio y que había empezado a llamarlos mi madre y padre -"

"Harry," susurró Dumbledore. Agua resplandeció en los ojos del mago anciano. Él se adelantó un paso a través de la oficina -

"Y entonces," espetó Harry, la furia surgió totalmente en su voz, la ira fría hacia el universo por ser como era y consigo mismo por ser tan estúpido, "le pregunté a Hermione y ella dijo que no son más que imágenes residuales, quemadas dentro de la piedra del castillo por la muerte de un mago, como las siluetas dejadas en las paredes de Hiroshima. ¡Y yo debí haberlo sabido! ¡Debí saberlo sin tan siquiera preguntar! ¡No debí haberlo creído ni siquiera durante esos treinta segundos! Porque si las personas tuvieran almas no había tal cosa como el daño cerebral, si tu alma pudiera seguir hablando después de que todo tu cerebro se hubiera ido, ¿cómo podría el daño al hemisferio cerebral izquierdo quitar la habilidad para hablar? Y la Profesora McGonagall, cuando me contó sobre cómo murieron mis padres, ella no actuó como si nada más se hubieran ido a un largo viaje en otro país, como si hubieran emigrado a Australia en los tiempos de los barcos de vela, que es como las personas actuarían si de hecho supieran que la muerte sólo es ir a otro lugar, si tuvieran evidencia fehaciente para la vida después de la muerte, en vez de inventar cosas para consolarse a sí mismos, cambiaría todo, no importaría que todos hubieran perdido a alguien en la guerra, ¡sería algo triste pero no horrible! ¡Y ya había visto personas en el mundo mágico que no actuaban así! ¡Por lo que tenía que haberlo sabido! Y ahí fue cuando supe que mis padres realmente estaban muertos y se habían ido para siempre jamás, que no quedaba nada de ellos, que nunca tendría una oportunidad de conocerlos y, y, y los otros niños pensaron que yo estaba llorando porque le tenía miedo a los fantasmas -"

La expresión del mago anciano era horrorizada, abrió su boca para hablar -

"¡Así que dígame, Director! ¡Informe a mi persona sobre la evidencia! Sin embargo no se atreva a exagerar ni siquiera un fragmento, porque si me da falsas esperanzas de nuevo, y luego descubro que usted me mintió o exageró las cosas aunque fuera un poco, ¡jamás lo perdonaré! ¿Qué es el Velo?"

Harry levantó la mano y se limpió sus mejillas, mientras que las cosas de vidrio en la oficina dejaron de vibrar a causa de su último grito.

"El Velo," informó el mago anciano únicamente con un ligero temblor en su voz, "es un gran arco de piedra, guardado en el Departamento de Misterios; un portal a la tierra de los muertos."

"¿Y cómo sabe alguien eso?" preguntó Harry. "No me cuente lo que usted cree, ¡cuénteme lo que ha visto!"

La manifestación física de la barrera entre los mundos era un gran arco de piedra, antigua y alta y llegando a una punta afilada, con un andrajoso velo negro igual a la superficie de una piscina de agua, alargado entre las rocas; ondulando, siempre, del constante camino de ida que servía de pasaje a las almas. Si te ponías de pie al lado del Velo podías escuchar las voces de los muertos llamando, siempre llamando en susurros apenas en el lado equivocado de la comprensión, sonando más fuertes y más numerosas si te quedabas e intentabas escuchar, como si procuraran comunicarse; y si escuchabas demasiado tiempo, irías a encontrarlos, y en el momento que tocaras el Velo serías succionado por ahí, y nunca se escucharía de ti de nuevo.

"Eso ni siquiera suena como un fraude interesante," Harry dijo, su voz más calmada ahora que no había nada que lo hiciera tener esperanzas, o enojarse por tener sus esperanzas aplastadas. "Alguien construyó un arco de piedra, hizo una pequeña superficie negra ondulante en el medio que Desvanecía cualquier cosa que tocara, y lo encantó para susurrar a las personas e hipnotizarlas."

"Harry..." el Director susurró, comenzando a verse muy preocupado. "Puedo contarte la verdad, pero si te rehúsas a escucharla..."

Tampoco es interesante. "¿Qué es la Piedra de la Resurrección?"

"No te lo revelaría," el Director inició con lentitud, "salvo que temo lo que esta incredulidad podría hacerte... así que escucha, entonces, Harry, por favor escucha..."

La Piedra de la Resurrección era una de las tres legendarias Reliquias de la Muerte, emparentada con la capa de Harry. La Piedra de la Resurrección podía llamar las almas de los muertos – traerlas de regreso al mundo de los vivos, aunque no como solían ser. Cadmus Peverell usó la piedra para llamar a su amor perdido de entre los muertos, sin embargo su corazón permaneció con los muertos, y no en el mundo de los vivos. Y con el tiempo eso lo volvió loco, y se mató a sí mismo para estar con ella de verdad una vez más...

Con total cortesía, Harry alzó su mano.

"¿Sí?" el Director preguntó reluctante.

"La prueba obvia es ver si la Piedra de la Resurrección realmente llama a los muertos, o nada más proyecta una imagen de la mente del usuario, es plantear una duda cuya respuesta usted desconozca, mas la persona muerte sepa, y que eso pueda ser verificado definitivamente en este mundo. Por ejemplo, llamar -"

Entonces Harry hizo una pausa, porque esta vez se las arregló para pensar un paso adelante de su lengua, tan rápido como para no pronunciar el primer nombre y prueba que surgió en su mente.

"...su esposa muerta, e inquirir en dónde ella dejó sus aretes perdidos, o algo por el estilo," Harry finalizó. "¿Acaso alguien hizo alguna prueba como esa?"

"La Piedra de la Resurrección ha estado perdida durante siglos, Harry," el Director informó en voz baja.

Harry se encogió de hombros. "Bueno, soy un científico, y siempre estoy dispuesto a ser convencido. Si en verdad cree que la Piedra de la Resurrección llama a los muertos – entonces debe creer que una prueba como esa tendría éxito, ¿correcto? ¿Así que sabe algo sobre dónde hallar la Piedra de la Resurrección? Ya poseo una Reliquia de la Muerte debido a circunstancias altamente misteriosas, y, bueno, ambos sabemos cómo el ritmo del mundo funciona con este tipo de cosas."

Dumbledore contempló a Harry.

Harry miró al Director del mismo modo.

El mago anciano pasó una mano a través de su frente y murmuró, "Esto es locura."

(De alguna forma, Harry se las arregló para evitar reírse.)

Y Dumbledore le dijo a Harry que sacara la Capa de Invisibilidad de su monedero; bajo la dirección del Director, Harry contempló adentró del revés de la capucha hasta que la vio, débilmente dibujada sobre una incrustación plateada en tono escarlata que se desvanecía como sangre seca, el símbolo de las Reliquias de la Muerte: un triangulo, con un circulo trazado adentro, y una linea dividiendo ambos.

"Gracias," Harry clamó con educación. "me aseguraré de mantener un ojo abierto para una piedra con esa marca. ¿Usted tiene alguna otra evidencia?"

Dumbledore aparentaba estar luchando internamente consigo mismo. "Harry," el mago anciano retomó, su voz elevándose, "es peligroso el camino que estás caminando, no estoy seguro de hacer lo correcto al decir esto, ¡pero debo apartarte de este sendero! Harry, ¿cómo podría Voldemort haber sobrevivido la muerte de su cuerpo si no poseyera un alma?"

Y ahí fue cuando Harry se dio cuenta que desde un principio había exactamente una persona que originalmente le contó a la Profesora McGonagall que el Señor Oscuro seguía con vida; y que era el Director loco de su manicomio de escuela, quien pensaba que el mundo funcionaba con clichés.

"Buena pregunta," Harry respondió, tras un debate interno sobre cómo proceder. "Tal vez él descubrió alguna forma de duplicar el poder de la Piedra de la Resurrección, sólo que el la cargó por adelantado con una copia completa de su estado cerebral. O algo por el estilo." Harry estaba de repente muy inseguro de estar intentando inventar una explicación para algo que de hecho había pasado. "En verdad, ¿puede usted nada más seguir y revelarme cómo sobrevivió el Señor Oscuro y qué podría necesitarse para matarlo?" Si es que tan siquiera todavía existe aparte de ser un titular en el Quibbler.

"No me estás engañando, Harry," protestó el mago anciano; su rostro viéndose cansado, y delineado por más que unos años. "Sé por qué estás indagando esa cuestión realmente. No, no he leído tu mente, no tengo que hacerlo, ¡tú titubeó te delata! ¡Buscas el secreto de la inmortalidad del Señor Oscuro para poder usarlo contigo mismo!"

"¡Equivocado! ¡Quiero el secreto de la inmortalidad del Señor Oscuro para poder usarlo con todos!"

...

Ras, crac, pfff...

Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore únicamente se quedó allí de pie mirando a Harry con su boca abierta tontamente.

(Harry se premió a sí mismo con una calificación alta para el Lunes, ya que había logrado explotar la mente de alguien antes del final del día.)

"Y en caso de que no quede claro," añadió Harry, "por todos también me refiero a los Muggles, no sólo todos los magos."

"No," espetó el mago anciano, sacudiendo su cabeza. Su voz alzada. "¡No, no, no! ¡Esto es locura!"

"¡Mua ja ja!" se mofó Harry.

La expresión del mago anciano era repleta de ira y preocupación. "Voldemort robó el libro del cual recogió su secreto; no estaba allí cuando fui a buscarlo. Pero esto sí lo sé, y esto es lo que te diré: su inmortalidad nació de un ritual terrible y Oscuro, ¡más negro que el más negro de los tonos! Y fue Myrtle, la pobre y dulce Myrtle, quien murió por ello; su inmortalidad requirió sacrificio, requirió asesinato -"

"¡Bueno obviamente no voy a popularizar un método de inmortalidad que requiere el asesinato de las personas! ¡Eso derrotaría el propósito por completo!"

Se produjo una pausa sobresaltada.

Lentamente la cara del mago anciano se relajó hasta quedarse sin ira, aunque seguía habiendo preocupación allí. "No usarías un ritual que requiera sacrificios humanos."

"No sé que piensa usted de mí, Director," Harry habló con frialdad, su propia rabia creciendo, "¡sin embargo no olvidemos que soy yo quien desea que las personas vivan! ¡Aquel que quiere salvar a todos! ¡Usted es el que cree que la muerte es asombrosa y que todos estamos obligados a morir!"

"Me perdiste, Harry," afirmó el mago anciano. Sus pies una vez más empezaron a pasear a través de su extraña oficina. "Desconozco qué debo decir." Cogió una bola de cristal que parecía contener una mano rodeada de flamas, la miró con expresión triste. "Únicamente que he sido grandemente malentendido por ti... ¡No quiero que todos mueran, Harry!"

"¡Nada más no quiere que todos sean inmortales," Harry replicó con considerable ironía. Era como si las tautologías lógicas elementales como Todo x: Muere(x) = No Existir x: No Morir(x) estuvieran más allá de las habilidades razonadoras del mago más poderoso del mundo.

El mago anciano asintió. "Tengo menos temor que antes, mas sigo bastante preocupado por ti, Harry," él reconoció con calma. Su mano, un poco envejecida por el tiempo, pero aún fuerte, ubicó la bola de cristal firmemente sobre su repisa. "Porque el miedo a la muerte es una cosa amarga, una enfermedad del alma por la cual las personas son retorcidas y deformadas. Voldemort no es único Mago Oscuro que ha descendido por ese camino desolador, aunque temo que él lo ha llevado más lejos que cualquiera antes que él."

"¿Y usted cree que usted no le tiene miedo a la muerte?" Harry inquirió, sin tan siquiera intentar enmascarar la incredulidad en su voz.

El rostro del mago anciano era pacífico. "No soy perfecto, Harry, sin embargo creo que he llegado a aceptar mi muerte como parte de mí mismo."

"Aja," Harry carraspeó. "Verá, hay una pequeña cosa llamada disonancia cognitiva, o en términos simples, uvas agrias. Si las personas fueran golpeadas en sus cabezas con cachiporras una vez al mes, y nadie pudiera hacer nada al respecto, muy pronto habría todo tipo de filósofos, pretendiendo ser sabios como usted dice, que encontrarían toda clase de increíbles beneficios de ser golpeado en la cabeza con una cachiporra una vez al mes. Por ejemplo, que te hace más rudo, o te hace más feliz en los días en que no estás siendo golpeado con una cachiporra. Mas si usted fuera con alguien que no estuviera siendo golpeado, y usted le preguntara si quiere iniciar, a cambio de esos maravilloso beneficios, él diría que no. Y si usted no tuviera que morir, si usted proviniera de un lugar que ni siquiera ha llegado a escuchar alguna vez sobre la muerte, y yo le sugiriera a usted que sería una sorprendente y fantástica y grandiosa idea para las personas arrugarse y envejeces y eventualmente cesar de existir, en ese caso, ¡usted haría que me encerraran en un asilo para lunáticos! ¿Así que por qué posiblemente alguien pensaría algo tan tonto como que la muerte es algo bueno? Porque le tiene miedo, porque usted en verdad no quiere morir, y ese pensamiento le duele tanto por dentro que tiene que racionalizarlo para hacerlo a un lado, hacer algo para anestesiar el dolor, para que no tenga que pensar sobre ello -"

"No, Harry," el mago anciano lo cortó. Su expresión era gentil, su mano recorrió una luminosa pileta de agua que producía campanillas musicales en cuanto sus dedos la movían. "Aunque puedo entender cómo tú debes pensar eso."

"¿Usted quiere comprender a los Magos Oscuros?" Harry preguntó, con voz dura y siniestra. "Entonces miré dentro de la parte de usted mismo que huye no de la muerte sino del miedo a la muerte, que halla el miedo tan insoportable que abraza a la Muerte como una amiga y se engaña con eso, intentando convertirse en uno solo con la noche para poder pensar en usted mismo como el maestro del abismo. ¡Tienes que tomar los más terribles de todos los males y llamarlos bien! Con nada más que un ligero cambio esa misma parte suya mataría inocentes, y lo llamaría amistad. Si usted puede nombrar la muerte mejor que la vida entonces puede girar su compás moral para que apunte a cualquier lado -"

"Creo," dijo Dumbledore, sacudiéndose gotas de agua de su mano al sonido del titilar de las campanillas, "que tú comprender a los Magos Oscuros muy bien, in ser tú uno de ellos." Fue expresado con perfecta seriedad, y sin acusación. "Pero tu comprensión de , me temo, brilla por su ausencia." El mago anciano estaba sonriendo, y había una gentil risa en su voz.

Harry estaba procurando no enfriarse más de lo que ya estaba; de algún lugar manaba dentro de su mente una resplandeciente furia de resentimiento, ante la condescendencia de Dumbledore, y toda las risas que los viejos sabios tontos habían usado en lugar de argumentos. "Lo divertido, sabe, es que pensé que iba ser igual de imposible hablar con Draco Malfoy, y en vez de eso, en su infantil inocencia, él era cien veces más fuerte que usted."

Una mirada de confusión cruzó el rostro del mago anciano. "¿A qué te refieres?"

"Me refiero," Harry explicó, con voz mordaz, "a que Draco en verdad tomaba sus propias creencias seriamente y procesó mis palabras en lugar de tirarlas por la ventana al sonreír con gentil superioridad. Usted es tan viejo y sabio, ¡ni siquiera puede notar nada de lo que digo! ¡No entender, notar!"

"Te he escuchado, Harry," protestó Dumbledore, mostrándose más solemne ahora, "pero escuchar no siempre es lo mismo que concordar. Desacuerdos a un lado, ¿qué es lo que crees que yo no comprendo?"

Que si usted realmente creyera en la vida después de la muerte, usted iría a San Mungo y asesinaría a los padres de Neville, Alice y Frank Longbottom, así ellos podrían avanzar a su próxima gran aventura, en vez de dejarlos dilatarse aquí en su estado perturbado -

Harry apenas, apenas se contuvo de hablar en voz alta.

"De acuerdo," Harry declaró con frialdad. "Contestaré su pregunta original, entonces. Usted inquirió por qué los Magos Oscuros le tienen miedo a la muerte. Pretenda, Director, que usted realmente creyera en las almas. Pretenda que cualquiera pueda verificar la existencia de las almas en todo momento, pretenda que nadie llora en los funerales porque saben que sus seres amados siguen con vida. ¿Ahora puede usted imaginarse destruyendo un alma? Rasgándola en pedazos hasta que no quede nada para ir a su próxima gran aventura? ¿Puede imaginar que cosa tan terrible sería, el peor crimen que jamás se haya cometido en la historia del universo, por el cual usted haría cualquier cosa para evitar que sucediese tan siquiera una vez? Porque eso es lo que la Muerte es en realidad - ¡La aniquilación de un alma!"

El mago anciano estaba observándolo, una expresión triste en sus ojos. "Supongo que ahora entiendo," él dijo en voz baja.

"¿Oh?" dudó Harry. "¿Entender qué?"

"Voldemort," respondió el mago anciano. "Al fin lo comprendo. Porque para creer que el mundo es verdaderamente así, debes creer que no hay justicia alguna, que está tejido de oscuridad hasta el núcleo. Te pregunté por qué él se convirtió en un monstruo, y no pudiste darme razón alguna. Y si pudiera interrogarlo a él, supongo, que su respuesta sería: ¿Por qué no?"

...

Se quedaron de pie sumergidos en los ojos del otro, el mago anciano dentro de su túnica, y el jovencito con la cicatriz en forma de rayo sobre su frente.

"Contesta, Harry," pidió el mago anciano, "¿te convertirás en un monstruo?"

"No," replicó el chico, con una certeza de hierro en su voz.

"¿Por qué no?" insistió el mago anciano.

El jovencito estaba de pie muy enderezado, su mandíbula levantada alta y con orgullo, y declaró: "No hay justicia en las leyes de la Naturaleza, Director, no hay espacio para la justicia en las ecuaciones del movimiento. El universo no es malvado, ni bueno, simplemente no le importa. A las estrellas no les importa, o al Sol, o al cielo. ¡Pero no tienen por qué! ¡A nosotros nos importa! ¡Hay luz en el mundo, y somos nosotros!"

"Quiero saber en que te convertirás, Harry," concluyó el mago anciano. Su voz era suave, con un extraño asombro y arrepentimiento. "Es suficiente para hacerme desear vivir y poder verlo."


El chico hizo una reverencia con pesada ironía, y se fue; y la puerta de roble se cerró tras él con un portazo.

Capítulo 38             Capítulo 40


Nota del traductor


En la parte donde se menciona a Richard Feyman, Harry explica que este escribía su sabiduría en Inglés simple. Normalmente los traductores traducen esa frase como "Español simple." En lo personal, a mí nunca me ha gustado, se me hace falsear demasiado el sentido de la frase, por lo que preferí traducirlo de un modo más universal: términos simples.

Confieso que leí sobre negatoentropía y no comprendí mucho el término, algo así como un residuo negativo, como lo que serían los desperdicios, aplicado a las fuerzas que dictaminan el funcionamiento del universo.

No fue sencillo traducir las onomatopeyas.

El próximo capítulo debería estar listo en una semana.

...

Escrito por Less Wrong / Eliezer Yudkowsky

Traducido al español por Rhaidot

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